Andaluz, vete a tu tierra

Hoy me han amargado el día. Pensaba subir al blog la versión del visor de PPTs en RC1 o contar algo sobre LINQ, en lo que he estado metido este fin de semana pero no, he conocido a una imbécil y sólo me apetece hablar de ella.

Sacando a mi perro por la calle dos perrazos sueltos se han echado encima y uno le ha pegado un bocado. Menos mal que estoy acostumbrado a esto y le he pegado un tirón para subirlo a pulso. Cuando ha llegado la dueña (andaba lejos y despreocupada la chiquilla) le he dicho con toda la educación del mundo (lo prometo) «hombre, ten cuidado que esos perros son grandes como para llevarlos sueltos». La chica en cuestión no sólo no se ha disculpado, sino que se ha puesto borde, muy borde. Me discutía que no tenía derecho a decirle nada y acabó con una frase que no voy a olvidar en mucho tiempo: «lo que tienes que hacer es irte a tu tierra, andaluz y dejarnos a los madrileños en paz».

Precisamente ayer vi una película que me hizo pensar sobre el racismo y la xenofobia. Se llamaba Crash y recomiendo que la veáis. Sin duda la mejor película que he visto este año, muy del estilo de Gran Canyon, Pulp Fiction o Traffic. Historias entrelazadas con un nexo común, en este caso el racismo. Al acabar de verla me hizo pensar mucho en esto y que en mis viajes a Estados Unidos nunca había visto ese racismo que la película contaba. Estuve un año viviendo allí y os aseguro que para los americanos un español es de Méjico. Jamás viví ni un episodio de racismo por esta circunstancia, ni siquiera un trato diferente en ningún lugar. Tampoco lo viví en Francia, donde también estuve trabajando. Mi compañero de trabajo era un informático de origen magrebí y los fines de semana salía con su pandilla, todos marroquíes. Ni una sola vez vi que recibieran un trato distinto del resto de franceses.

Manda narices que estando en los dos países con mayor fama de xenofobia del mundo me tengan que decir al lado de mi casa que me vaya a mi tierra. Quizás tendríamos que meternos menos con esos países y por una vez aprender algo de ellos. En estos países llevan muchísimo más tiempo que nosotros con fenómenos de inmigración y han vivido hace décadas lo que estamos empezando a vivir nosotros. No digo que todo lo que hagan estos países esté perfecto ni tampoco que todos los españoles seamos unos xenófobos. Simplemente que los tópicos son eso, tópicos. Ni todos los americanos están pegando palizas a gente de color, ni todos los franceses marginan a los magrebíes ni todos los españoles somos abiertos y tolerantes.

Gilipollas los hay en todo el mundo.

 

Andaluz, vete a tu tierra

Hoy me han amargado el día. Pensaba subir al blog la versión del visor de PPTs en RC1 o contar algo sobre LINQ, en lo que he estado metido este fin de semana pero no, he conocido a una imbécil y sólo me apetece hablar de ella.

Sacando a mi perro por la calle dos perrazos sueltos se han echado encima y uno le ha pegado un bocado. Menos mal que estoy acostumbrado a esto y le he pegado un tirón para subirlo a pulso. Cuando ha llegado la dueña (andaba lejos y despreocupada la chiquilla) le he dicho con toda la educación del mundo (lo prometo) «hombre, ten cuidado que esos perros son grandes como para llevarlos sueltos». La chica en cuestión no sólo no se ha disculpado, sino que se ha puesto borde, muy borde. Me discutía que no tenía derecho a decirle nada y acabó con una frase que no voy a olvidar en mucho tiempo: «lo que tienes que hacer es irte a tu tierra, andaluz y dejarnos a los madrileños en paz».

Precisamente ayer vi una película que me hizo pensar sobre el racismo y la xenofobia. Se llamaba Crash y recomiendo que la veáis. Sin duda la mejor película que he visto este año, muy del estilo de Gran Canyon, Pulp Fiction o Traffic. Historias entrelazadas con un nexo común, en este caso el racismo. Al acabar de verla me hizo pensar mucho en esto y que en mis viajes a Estados Unidos nunca había visto ese racismo que la película contaba. Estuve un año viviendo allí y os aseguro que para los americanos un español es de Méjico. Jamás viví ni un episodio de racismo por esta circunstancia, ni siquiera un trato diferente en ningún lugar. Tampoco lo viví en Francia, donde también estuve trabajando. Mi compañero de trabajo era un informático de origen magrebí y los fines de semana salía con su pandilla, todos marroquíes. Ni una sola vez vi que recibieran un trato distinto del resto de franceses.

Manda narices que estando en los dos países con mayor fama de xenofobia del mundo me tengan que decir al lado de mi casa que me vaya a mi tierra. Quizás tendríamos que meternos menos con esos países y por una vez aprender algo de ellos. En estos países llevan muchísimo más tiempo que nosotros con fenómenos de inmigración y han vivido hace décadas lo que estamos empezando a vivir nosotros. No digo que todo lo que hagan estos países esté perfecto ni tampoco que todos los españoles seamos unos xenófobos. Simplemente que los tópicos son eso, tópicos. Ni todos los americanos están pegando palizas a gente de color, ni todos los franceses marginan a los magrebíes ni todos los españoles somos abiertos y tolerantes.

Gilipollas los hay en todo el mundo.

 

Los irrepetibles de Salgado

Estoy enganchado al programa de la Sexta de Emilio Aragón, Miki Nadal y compañía. El morbillo de ver cómo improvisan y aún así que les quede un programa redondo me encanta. En Microsoft tenemos también a nuestro Miki Nadal particular. Se llama David Salgado y le he visto sesiones improvisadas bordadas, como si llevara un mes preparándosela. Quedará a la posteridad su papel de becario en el DevDays del año pasado o su sesión de WPF en el CodeCamp. El próximo 16 de Noviembre tenemos la suerte de poder verle en una sesión del MAG.NUG, no sé si la preparará pero seguro que será espectacular. Como muestra el título: «Analizando casques y cuelgues en aplicaciones .NET». Promete!!

Más info es su blog, en MAG.NUG y en MSDN.

5 años en Microsoft

Este mes he cumplido 5 años en Microsoft. Ya está en mi salón el regalo, un cristal psicodélico con una plaquita a mi nombre. Hemos sido varios los compañeros que acabamos de cumplir esta cifra con rima, excepto mi compañero de batallas Alfonso que acaba de cumplir la friolera de 10 años. No tiene blog donde ponerle un mensajito y felicitarle así que podéis hacerlo aquí y así le presionamos para que por fin tenga uno.

Estos 5 años me han dado para mucho pero si tengo que quedarme con algo que he aprendido no será .NET ni MSF ni ningún producto de Microsoft. Me quedo sin lugar a dudas con la humildad. Estar en Microsoft me ha dado la oportunidad de conocer a gente con talento, dentro y fuera de Microsoft. Auténticos expertos cada uno en su materia, gente estupenda que contagia alegría y ganas de seguir trabajando en esto. Profesionales y personas como la copa de un pino con la que aprendo día a día y que te hacen sentir pequeñito, muy pequeñito.

A muchos de ellos me los encontraré en el CodeCamp de El Escorial, uno de esos eventos a los que da gusto ir sólo por el placer de compartir un café con cualquiera de los asistentes y aprender de lo que hacen.

5 años en Microsoft

Este mes he cumplido 5 años en Microsoft. Ya está en mi salón el regalo, un cristal psicodélico con una plaquita a mi nombre. Hemos sido varios los compañeros que acabamos de cumplir esta cifra con rima, excepto mi compañero de batallas Alfonso que acaba de cumplir la friolera de 10 años. No tiene blog donde ponerle un mensajito y felicitarle así que podéis hacerlo aquí y así le presionamos para que por fin tenga uno.

Estos 5 años me han dado para mucho pero si tengo que quedarme con algo que he aprendido no será .NET ni MSF ni ningún producto de Microsoft. Me quedo sin lugar a dudas con la humildad. Estar en Microsoft me ha dado la oportunidad de conocer a gente con talento, dentro y fuera de Microsoft. Auténticos expertos cada uno en su materia, gente estupenda que contagia alegría y ganas de seguir trabajando en esto. Profesionales y personas como la copa de un pino con la que aprendo día a día y que te hacen sentir pequeñito, muy pequeñito.

A muchos de ellos me los encontraré en el CodeCamp de El Escorial, uno de esos eventos a los que da gusto ir sólo por el placer de compartir un café con cualquiera de los asistentes y aprender de lo que hacen.