Experiencia Summit

Space NeedlePues sí, toda una experiencia, no podría describir de otra forma los días que acabo de dejar atrás. Aún con las avenidas de Bellevue grabadas en la retina, el regustillo amargo de la cerveza Mac&Jac en el paladar, y el aroma a la Kobe Burger del Cheesecake Factory, es un buen momento para hacer una breve retrospectiva de lo que ha sido este viaje.
Primero empezaré contando lo malo, y si hay algo realmente malo de ir al Summit es precisamente el “ir”. Bueno, y el volver ;-).

Para alguien poco curtido en materia viajera como un servidor, saltar a la otra parte del mundo no es tarea sencilla. Es un viaje tan largo que da para todo: turbulencias que te ponían el estómago al revés, retenciones en el control de entrada a Estados Unidos, escalas, y muchas, pero muchas, horas de vuelo tanto transoceánicos (Barcelona-Nueva York) como internos (Nueva York-Seattle). Tanto la ida como la vuelta duraron más de veinte horas, interminables en algunos momentos, aunque bastante bien llevadas gracias a la inestimable compañía de los amigos Marc y Lluis.

Tenía la esperanza de encontrarme con Ballmer por un pasillo y decirle que a ver si la próxima vez podían hacerlo más cerquita, en Cádiz o algo así, pero no ha podido ser 😉 De todas formas, también es cierto que si lo organizaran en otra parte no sería lo mismo.

Otro tema curioso es el cambio horario. Las nueve horas de diferencia entre España y Seattle hacen que se duerma bastante poco; durante los primeros días me despertaba entre las cuatro y las cinco de la mañana, aunque ya después fue mejorando la cosa; eso sí, sólo conseguí dormir ocho horas seguidas el día previo al regreso. Pero a pesar del sueñecillo con el que hay que convivir durante unas jornadas, la verdad es que es un tema que no me ha resultado especialmente duro, ni a la ida ni a la vuelta.

Durante el viaje y estancia el acento americano me ha resultado prácticamente indescifrable. No es la primera vez que salgo al extranjero, ni que tengo que interactuar en inglés, pero siempre había sido en su “versión” británica y más o menos había sido capaz de defenderme. En este caso, cada vez que alguien me hablaba es como si lo hiciese en chino mandarín.

Por ejemplo, una dependienta de un McDonalds de Seattle, una vez acabó de atenderme, me despidió con un amable “Thank you for visiting us”. Entendí algo así como “¿Qué vais a visitar hoy?”. Me pareció raro, pero pensé que la simpática muchacha había notado que era extranjero y quería ser cortés, por lo que le respondí contándole los planes turísticos que teníamos para la tarde: íbamos a visitar el Space Needle, el monorail, Pike Place Market… En fin, podéis imaginar la cara que se le quedó a la muchacha, y las risas que eché cuando me di cuenta de lo que había pasado ;-DDDD

Afortunadamente, en las sesiones técnicas esto cambiaba y las palabras que cazaba eran suficientes para entender el mensaje apoyándome en las proyecciones, normalmente Powerpoints o Visual Studio. Además, sabéis que el lenguaje técnico es bastante más simple y previsible que lo te encuentras por la calle, las expresiones son siempre las mismas, y no cuesta mucho seguir el hilo a una presentación.

Vaya dos pájarosSin tener en cuenta los días que hemos ocupado por completo viajando, han sido en total cinco días de estancia en Bellevue, lo que nos ha dejado tiempo para todo: turismo, sesiones técnicas, networking, compras, divertirnos en buena compañía, y saludar a personas a las que no había tenido oportunidad de conocer hasta este momento.

Y desde luego, no nos podemos quejar de la meteorología. Aunque llevaba en la maleta paraguas y chubasquero por aquello de la “ciudad de la lluvia”, no me ha hecho falta sacarlos en ningún momento. Sé que en algunos momentos llovió, e incluso cayó algo de aguanieve, pero siempre cuando estábamos en el interior de edificios o de noche, y sólo en una ocasión nos dimos un leve remojón de camino al hotel. Eso sí, lo que es el sol la verdad es que se ve poco por allí, el cielo siempre está encapotado y amenazante.

Nos alojábamos en un sitio bastante céntrico de Bellevue, en el hotel Courtyard by Marriot. Las habitaciones eran muy amplias y bien equipadas, y, afortunadamente, con acceso a internet wifi gratuito de calidad bastante razonable –salvo cuando intentabas descargar Windows 8 ó VS11 beta-, lo cual permitía seguir con facilidad lo que iba ocurriendo a este lado del Atlántico, mantener contacto con familia, amigos, clientes, colaboradores, y continuar las labores de tutoría de los cursos de CampusMVP. Además, se encontraba a pocos minutos a pie de los hoteles donde se concentraban gran número de charlas y actividades del evento, el Hyatt Regency y el Westing Bellevue, lo que nos ha venido bastante bien a la hora de planificarnos y movernos por los alrededores.

Rascacielos en Seattle
Visitamos Seattle en dos ocasiones. Estaba bastante cerca de Bellevue, a unos veinte minutos en autobús, y pasamos una tarde de turismo en la ciudad, en la que pudimos pasear por sus avenidas, subir al famoso monorail y al Space Needle, y las obligadas visitas al Pike Place Market y al cercano “Starbucks original”, lo que fue el primer local de la famosa cadena.

Todo un gustazo darse una buena caminata para saborear el ambiente a pie de calle, pero, para los que estamos acostumbrados a ciudades relativamente planas como Sevilla, quizás lo más impresionante es ver por primera los enormes edificios y rascacielos de la ciudad.

La segunda vez que fuimos a Seattle, ya el último día del evento, fue para asistir a la fiesta de clausura del evento, que tuvo lugar en el Century Link Field, el estadio del Seahawks de Seattle, un equipo local de fútbol americano, y del Sounders FC. Un fiestorro por todo lo alto en el que no faltaron animadoras (no puedo poner fotos sin comprometer a algunos amigos, es NDA ;-)), mascotas del equipo, jugadores firmando autógrafos, actividades de ocio, comida, bebida, videojuegos… en fin, una pasada.

También, a otros veinte minutos en autobús estaba el campus de Microsoft en Redmond, que visitamos en varias ocasiones, y que es una de las cosas que más me han impresionado del viaje.
Primero, porque cuando hace tiempo veía fotos de las instalaciones o leía sobre cómo era aquello, en ningún momento se me podía pasar por la cabeza que en algún momento pudiera visitarlo y, segundo, porque es sencillamente impresionante.
Campus de Microsoft, zona "The Commons"
Ya desde que llegas a Bellevue empiezas a ver Microsoft en un gran número de edificios, y empiezas a hacerte una idea del gigante que hay detrás de ese logo que vemos todas las mañanas al arrancar el ordenador. Y sí, es cierto que todos sabemos que es una gran multinacional, que es enorme, descomunal… pero la dimensión real de la compañía la sientes cuando estás allí.

Como ya comentaba el amigo José Manuel Alarcón hace cosa de un año, independientemente de la simpatía o no que se tenga por la casa, sus productos, y sus políticas, las instalaciones de Microsoft en Redmond son dignas de admiración. Avenidas, árboles y jardines perfectamente cuidados, restaurantes, bares, cafeterías, bancos, tiendas, áreas deportivas (al menos un campo de fútbol y una cancha de baloncesto), servicios de transporte interno para desplazarse gratuitamente a través de la inmensa superficie que ocupa, y muchas cosas más que seguro no vi durante las visitas.

Bueno, y seguro que a estas alturas os preguntaréis, “vale, todo eso está muy bien, pero, ¿y los contenidos de las sesiones técnicas? ¿Porque ibas para eso, no?”. Pues la verdad es que poco os puedo contar al respecto 🙁

La NDA (Non-Disclosure Agreement, “Acuerdo de Confidencialidad”) es un documento que firmamos al ser nombrados MVP en el que nos comprometemos a no revelar información que Microsoft considera restringida y a la que en algunas ocasiones tenemos acceso. En el Summit todas las sesiones se encontraban protegidas por este acuerdo.

También ha habido oportunidad de conocer en persona a componentes de los distintos equipos de producto y celebrities de este mundillo. Resulta curioso reconocer por los pasillos a gente a la que sigues desde hace mucho tiempo; por allí andaban Phil Haack, Scott Hanselman, Erik Porter, Damian Edwards, David Fowler, Jon Galloway, Daniel Roth… Me quedé con las ganas de ver en directo a Scott Guthrie y Anders Hejlsberg, pero la próxima vez será 😉

Y por lo demás, muchos almuerzos, cenas y sus correspondientes copas posteriores con los componentes de la representación española en el Summit, en las que, al menos un servidor, ha disfrutado del enorme nivel humano, técnico y el gran sentido del humor que se gasta en el grupo. Vamos, que me lo he pasado de fábula 🙂

Publicado en: Variable not found.

2 comentarios sobre “Experiencia Summit”

  1. Totalmente de acuerdo con todo, ya el próximo año, que si puedes repetirás como todos, te plantearás como yo hacer un directo desde Europa a Seattle y ahorrarte la escala en USA, es más rápido.

  2. Hola, Alberto.

    Pues sí, es para planteárselo si hay otra oportunidad. La pega es que la diferencia de precios puede ser grande, pero bueno, se estudiará llegado el caso 😉

    Un saludo!

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