El otro día, mientras probaba unos cubos OLAP en la oficina, alguien se me acercó y curioseó a mi espalda. Increíble… estaba cruzando dimensiones y generando informes que hasta ahora las aplicaciones corporativas no podían obtener. Por arte de magia, estaba cruzando averías surgidas en un conjunto de máquinas con los operarios que las manejaban en ese momento. Por supuesto se trataba de datos falsos y para mi sólo era una prueba explorando las capacidades de los nuevos cubos… pero quien estaba tras de mí no pudo dejar de recordarme que yo era poco menos que el demonio.
Desde entonces he pensado mucho en el tema. Curiosamente, los grandes volúmenes de información que se tiene de nosotros, garantizan en cierta forma nuestro anonimato. Esta es una afirmación un tanto chocante y que a más de uno le puede hacer chirriar las tuercas, pero no deja de ser por eso menos verdadera. Todos los días generamos cientos de "pedacitos" de información que van quedando en uno y otro lugar, entremezclados con los pedacitos de información que han dejado otros. El volumen de datos es tal, que es imposible obtener información de ellos, sencillamente porque el bosque es tan inmenso y cerrado, que nos es imposible encontrar un árbol concreto. Pero vaya… las tecnologías de Business Intelligence nos facilitan acceder al árbol que buscamos… ¡y a todos sus parientes genéticos! ¡y con un par de clicks de ratón!
Mi primer pensamiento fue…
Bien, con mi sistema, se puede se puede poner nombre y apellidos a información que de otra forma serían puras estadísticas anónimas. Así que podemos saber que Serapio es más hábil manejando una fresadora que Fulgencio, y que a Fulgencio se le estropea cada dos por tres. ¿Perjudica esta información a Serapio y Fulgencio? Evidentemente, perjudica a Fulgencio y Beneficia a Serapio. ¿Pero es esto malo? ¿Soy el demonio?
Mmm… el sistema beneficia a quien lo hace bien, y perjudica a quien lo hace mal. Además lo hace basándose en una enorme cantidad de variables, y de forma totalmente imparcial. A mi me parece bastante justo, ¿no? Ese día pude dormir tranquilamente, a sabiendas de que mi sistema, en buenas manos, sería una herramienta que permitiría impartir justicia.
Pero esa noche tuve una pesadilla… ¿En buenas manos?
Al día siguiente, al llenar el depósito de mi coche, pasé la "Travel" en mi gasolinera habitual… y pensé, ¡allá va mi pedacito de información!. Pero me quedé inquieto. ¿Irá ese pedazo de información a buenas manos? ¿Qué se podría hacer con esa información? Amigos míos… ¿imagináis qué se puede hacer con las tecnologías actuales de business intelligence sobre la base de datos de "Travel Club"? Y por supuesto, no es sólo la Travel… son mis "tracking cookies" cuando navego por Internet, mi "historial" en los distintos sitios web en los que me autentico con un Microsoft Passport (o Windows Live Id) y un montón de actividades que realizo a diario. Muchos, muchos, muchos pedacitos de información.
No me considero el demonio… ¡pero estoy seguro de que la misma tecnología sobre la que escribo en este blog, es un arma de destrucción masiva en manos del Demonio! De hecho, me pregunto qué sería de las empresas que desarrollan spyware sin la ayuda del "business intelligence".
Y llegamos al punto que quería atacar… ¿quién, y sobre todo cómo, me protege de los abusos? Más de uno dirá, ¡para eso está la legislación, amigo! Entonces comparo mi trabajo con el de quien explota información obtenida del spyware, y… ¡vaya! Realmente en algunos casos los hechos pueden ser tremendamente similares, y las tecnologías que empleamos muy parecidas. Realmente nos diferencian las intenciones… ¡pero es que se juzgan los hechos, y no las intenciones!
Bueno, todo esto me ha hecho empatizar con los legisladores… uff, ¡qué difícil tiene que ser legislar contra el spyware! Y me surge otra pregunta… ¿y si alguien utiliza un sistema creado con buena fe, para obtener información que se podría emplear con mala fe… el desarrollador del sistema es responsable en parte?
No me ha quitado demasiado el sueño, porque sigo pensando que la tecnología es éticamente neutra, y que lo moral o inmoral es el uso que se hace de ella. Seguro que los metereólogos podrían sacar chispas al "business intelligence". Mi conciencia está tranquila. Pero los años me recuerdan que habitualmente, las leyes van tres pasos por detrás de la moral.
Jajaja (yo me rio pero….) si tú supieras, la Travel y tarjetas similares sirven para trazar perfiles del consumidor, saben que compramos, artículo por artículo, saben cuando lo compramos, por la mañana por la tarde, todo absolutamente todo.
Relacionan los artículos con las noticias, sucesos y con el tiempo (si hay probabilidades de lluvia un cubo de plástico vale más) , si hay fútbol la cerveza puede costar 0,10€ más que nadie lo nota pero que puede ser mucho dinero.
En las grandes superficies se generan colas de tickets que se cambian en función de todos esos datos, ya sabes puedes encontrar el chollo del aceite barato con el que llegas a ellos y en el resto del carrito te la han clavado bien.
Desde hace años (y con herramientas peores que las que hay ahora) se segmenta al consumidor, se le perfila y si se puede se le etiqueta (tarjeta con nombre) todos esos datos se pueden explotar/revender mediante IDs y los resultados son base de trabajo para la industria, para mayoristas y para publicistas (bueno y un sinfín de etc.).
Para que te hagas una idea incluso en los bancos y cajas te segmentan. Varón, casado, ingresos de XXXX, 2 coches (tienes domiciliados los recibos), piso (tienes la hipoteca con ellos) hijos???? (recibo guardería, recibo colegio) etc… que te pueden ofrecer un fantástico plan de pensiones o una tarjeta maravillosa, un seguro de coche de la propia entidad ….
Somos números.
Vaya, Carlos… me alegro de conocer quién es MI LECTOR :-). Gracias por tu participación.