La responsabilidad del trabajo
No voy a descubrir nada si afirmo que seguimos en crisis y que muy a mi pesar, me temo que seguiremos así aún durante un tiempo.
Cada vez veo más tiendas cerradas en mi barrio de Madrid, un lugar céntrico, dónde había tenderos de los que denominaríamos "de toda la vida", y que ahogados por la acuciante crisis, se ven obligados a reducir el personal de sus pequeñas tiendas, o incluso a cerrar sus negocios.
Lo que empieza siendo una crisis de algún sector concreto, termina convirtiéndose en un barrido de fichas de dominó, y ahora prácticamente no hay profesión que se libre de la crisis.
Pese a todo ello, la profesión de informática y concretamente de desarrollo del Software es de las menos golpeadas de la crisis. Sin embargo y aprovechando la crisis, las empresas han tirado por los suelos los sueldos.
No hace falta que cuente mucho más al respecto por aquí respecto a este último tema, basta con darse una vuelta por alguno de esos portales de empleo para darse cuenta uno mismo de lo que hablo. Varios idiomas, experiencia abundante, conocimientos extensos e incluso con perfiles altos, y trabajando como si uno tuviera un perfil "normal" y por un sueldo por debajo de las expectativas iniciales que una persona con cierta experiencia profesional ya podría entender como lógico.
El caso es que que nos vengan a estas alturas pidiendo esfuerzos a los informáticos y a los desarrolladores del Software suena a chufla, ya que llevamos años (al menos en España) sufriendo no solo recortes salariales y estancamiento en los sueldos, sino ajustándonos los cinturones, e incluso cuando las cosas les iban bien a muchos.
No obstante y con la que está cayendo alrededor nuestra, y pese a todo esto que comento, podemos considerarnos unos auténticos privilegiados. Yo al menos, me considero así.
Aún y así, ese privilegio alimenta aún más mi exigencia personal (y no hablo de aspectos económicos), sobre todo cuando levanto la cabeza del teclado y echo una rápida mirada alrededor mía.
Ya que tengo la posibilidad de trabajar, quiero hacerlo desde la responsabilidad de quien espera y confía poner su granito de arena para intentar que otros salgan del agujero en el que están metidos, y sabedor de que si esos salen, mi situación mejorará de forma indirecta.
Quiero pensar "egoístamente" que mi esfuerzo vale la pena, que mi implicación, persistencia, tesón y responsabilidad, ayudarán a que la situación económica y social mejore.
Lo que no tengo tan claro es si cuando las cosas mejoren, se acordarán de los sueldos de los informático o si éstos seguirán anclados como lo han estado durante bastantes años.
Sí, muchas veces pienso que quizás sea además de idealista, un inocente.
Pero creo honestamente, que de esta crisis se saldrá cuando dejemos de pensar egoístamente en nosotros mismos y nuestros problemas, y traslademos esa reflexión a un plano más amplio… comprendiendo que si al vecino le va bien, a uno mismo le irá bien también, y entendiendo así que los problemas de todos son nuestros problemas aunque no estemos afectados directamente por ellos.
Lo importante para mí de todo esto es que cuando veo a alguien cercano a mí que se queda en paro o que pasa por problemas económicos, más ganas y fuerzas me da para poner más empeño en todo lo que hago.
Espero haber trasladado algo de optimismo y sentido al ambiente que nos rodea, y deseo que todos seamos conscientes de los privilegiados que somos y de la responsabilidad que tenemos, y sobre todo, de que cada uno por su cuenta no hará nada, y entre todos sí.
Para finalizar, me gustaría contar un par de moralejas sobre el valor de los seres humanos y sobre la implicación que puede tener el trabajo y la responsabilidad.
La primera de ellas dice algo así:
En una conferencia, el ponente mostró un billete de 100 dólares y preguntó:
– ¿Quién quiere este billete ?
Varias manos se levantaron, pero el ponente volvió a preguntar:
– Antes de dárselo a alguien, debo hacer aún algo con el billete.
Lo arrugó con sus manos una y otra vez, y volvió a preguntas:
– ¿Quién sigue queriendo este billete?
Las mismas manos seguían alzadas. Ante esa imagen, volvió a comentar:
– ¿Y si hiciera esto? (lo tiró contra la pared, lo dejó caer al suelo, lo pisoteó como a una colilla y, una vez más, mostró el billete, aunque ahora estaba bastante sucio y arrugado).
Repitió la pregunta una vez más y ninguna mano se bajó.
El ponente dijo entonces:
– No olviden nunca esta escena. Haga lo que haga con este billete de 100 dólares, continúa siendo un billete de 100 dólares. A menudo en la vida nos arrugan, nos pisan, nos maltratan, nos injurian; sin embargo, a pesar de ello, siempre seguimos valiendo lo mismo.
La segunda se expresa más o menos de esta forma (aunque la practicidad y veracidad completa de esta última es más que discutible, pero me quedo con el fondo del asunto):
Nos encontramos en primavera, antes de verano.
Una pequeña población de las que en invierno suelen quedar desiertas, pero que en verano triplica su población. Sin embargo, la crisis ha golpeado con dureza el municipio, y aunque el verano está cerca, las deudas ahogan a sus habitantes.
Para colmo y dada la época del año, llueve torrencialmente desde hace varios días, y la ciudad apenas recibe turistas.
Por fortuna, llega un turista bastante bien trajeado y entra en el único pero cuidado hotel de la población.
El recepcionista le indica que tiene todas las habitaciones libres y que puede elegir la que desee.
Pone un billete de 100€ en la mesa del recepcionista, pide una habitación y se va a ver las habitaciones.
Mientras tanto, el recepcionista del hotel que es a su vez el único dueño del mismo, coge el billete y sale corriendo a pagar sus deudas con el carnicero.
El carnicero, coge el billete y sale pitando a pagar sus deudas con el criador de cerdos.
El criador de cerdos por su parte, sale como alma que lleva el diablo y paga al proveedor de pienso para animales.
El del pienso coge el billete al vuelo y corre a liquidar su deuda con la prostituta a la que hace tiempo que no paga (en tiempos de crisis, hasta ella ofrece servicios a crédito).
La prostituta coge el billete y sale para el pequeño hotel donde había traído a sus clientes las últimas veces y que todavía no había pagado entregando el billete de 100€ al dueño del hotel y liquidando así sus deudas.
En ese mismo instante deja de llover y aparece el turista, quién le indica al recepcionista y dueño del hotel que aprovechando que ha dejado de llover va a seguir su camino por la carretera, por lo que el dueño del hotel le devuelve sus 100 €.
Nadie ha ganado un duro, pero ahora toda la ciudad vive sin deudas y mira el futuro con confianza.
2 Responsesso far
Hola Jorge,
Este artículo me ha tocado ondo. Lo primero es que yo no soy español pero sin embargo entiendo que en todo el hispano parlante estamos muy al día con la situación de España y deseamos que salgan pronto, muy pronto. De las crisis siempre se sale y quedan muchas lecciones en te acompañan durante toda tu vida, eso después de todo es algo bueno. Fijate que estas reflexiones que volcaste acá no se dan en tiempos de bonanza.
En cuanto a lo privilegiado del sector, eso si que es cierto. Una simple anécdota, como el mercado argentino no puede cubrir todas las necesidades de personal que requiere la industria, la empresa en la que trabajo salió a buscar candidatos interesados españoles y no consiguió ni uno solo. Con decirte que en las oficinas que tiene la empresa en mi provincia solo trabajan dos muchachos catalanes de entre más de 300 que somos allí. Está clarísimo que no ha afectado (por fortuna) a los informáticos, y se nota. Incluso veo en muchos cierta frivolidad propia de otros tiempos.
Que las crisis comienzan por una crisis de valores primeramente, o cierto egoísmo como vos mencionas, puede ser cierto pero también es cierto que en las crisis siempre se intenta volcar culpas sobre la gente instalando un discurso autoflagelante que poco ayuda. Por eso es que comparto la idea de que cada uno debe hacer lo mejor para uno y para los demás siempre, pero con eso no creo que alcance porque las crisis de este tipo muchas veces llegan hasta donde la gente puede soportar y no pasan de allí. Es decir hasta donde puede aguantar el pueblo un paro? hasta el 25%, hasta el 27%? 28%? Si el pueblo puede soportar un 27%, entonces se llega al 27%. Suena ridículo y hasta a una falta de respeto hacia mucha gente que puede estar pasándola mal pero eso es lo que sinceramente pienso y corto aquí porque me metería en política y eso si que no me corresponde.
Saludos
Me ha encantado la historia del hotel!