De jaquers y otras yerbas

El Tendero Digital cierto día me llevó al Otro Lado del Mal. Pero que nadie piense de forma errónea. Lo primero es un blog que se llama Al otro lado del mostrador, y no es más que la visión de un vendedor de informática –por cierto, la tienda está en un pueblo al lado del mío, o eso he creído adivinar-. Lo segundo es otro blog de similares características, pero de un corte más variopinto y, para qué engañarnos, algo más salvaje. Lo mismo me equivoco, pero estoy casi seguro de el primer blog me llevó al segundo, aunque ahora no encuentro la entrada correspondiente.

Pues bien, el otro día el Maligno publicó una entrada que me llamó la atención. Habla sobre el concepto de hacker y para comprender esta entrada mía, antes debes leer aquélla.

¿Ya? Bien, seguimos.

Trabajo para la filial española de un grupo multinacional que es líder en su área de mercado. Es tan líder que es el único que hay de su tamaño. También trabajo para su departamento principal de desarrollo situado en Holanda, pero desde casa. Y a veces sufro atisbos de lo que se cuece al otro lado del charco, aunque no suelo estar muy al loro.

Pero sí que tenemos una palabra para designar al hacker del que se habla en la entrada anterior, y encima sin problemas con los colores o adscripciones políticas.

La palabra es gurú, o guru como ellos dicen (que pronuncian gúru, acentuando la primera u). En su –nuestro- concepto, un gurú es aquella persona que no tiene superiores en su área de conocimiento. Podrá tener iguales, pero nunca superiores. Por ejemplo, mi jefe es uno de esos gurús internacionalmente reconocidos dondequiera que vaya y hable con quien hable.

Otra ventaja de ser un gurú y no un hacker es que no necesariamente has de serlo de la informática (por ejemplo mi jefe, que sabe un mazo de ordenadores para ser un jefe de su nivel, es un gurú, pero de otra cosa).

Otro ejemplo más cercano. Stroustrup es un gurú del C++. Y Sutter del C++/CLI y posiblemente también del C++. Y uno puede ser un gurú de reventar Webs.

Entonces, quitamos el color y el sabor al sustantivo y lo aplicamos al adjetivo (o como quiera que se diga ahora, ya se sabe que las formas de nombrar al lenguaje cambian cada cierto tiempo). Tendremos, pues, un gurú de algo, sea ese algo bueno o malo.

Por lo tanto, propongo cambiar (o mejor, añadir) el significado tradicional de la palabra hacker a la de gurú, y modificar el significado de la primera, así como su grafía.

Por ello, propongo, también, las siguientes modificaciones al término hacker:

  • Juasquer o Juascker: dícese del individuo de cualquier edad y autoproclamado hacker que cualquier otra persona (una maruja o un mecánico de coches, por ejemplo) automáticamente detecta que no tiene ni puñetera idea de lo que está hablando. Es un tipo de hacker muy habitual. El hecho de anteponer la partícula juas a la palabra indica las carcajadas con las cuales suelen ser recibidas sus afirmaciones.
  • Juaquer o Juacker: dícese del individuo preadolescente o adolescente y autoproclamado hacker que, basándose en cualquier documento bajado de internet, estudiado y apenas entendido, es capaz de realizar alguna tarea no habitual, como usar un Proxy Socks, borrar ciertos cookies de su navegador y cosas similares, aunque proclame saber acceder a la Web del Pentágono pero no te lo dice porque es muy peligroso. Suelen sentirse orgullosos de usar el Firefox o el Thunderbird porque no tienen fallos. NOTA: Si el juaquer aparenta tener cuarenta tacos no importa, sigue siendo un preadolescente descerebrado que ha crecido en cuerpo pero no en mente.
  • Jaquer o Jacker: dícese de la persona de cualquier edad y autoproclamado hacker que, utilizando una verborrea más o menos técnica, generalmente sacadas de webs y revistas de tirada general, es capaz de engañar a la gente no experta. Por ejemplo, un jacker se jactará de haber hecho un compresor utilizando el algoritmo Lempel-Ziv con un RLE progresivo mezclado con unas tablas hash de longitud variable que, siempre, siempre, comprime al 50% cualquier fichero, incluso uno ya comprimido con su utilidad. Cuando le preguntas por el descompresor te dice que está en ello pero que tiene ligeros problemas con el algoritmo inverso del RLE, pero que está en ello y pronto lo tendrá.

Y ahora los adjetivos, es decir, una palabra más que califica al individuo basándose en ciertos complementos:

  • <cualquiera de las anteriores> blanco: Dícese de aquel que, entrando en una de las categorías anteriores, suele ir más o menos limpito y oliendo a lavanda.
  • <cualquiera de las anteriores> negro: Dícese de aquel que, entrando en una de las categorías anteriores, suele ir más guarro que la Parrala, con un olor corporal inaguantable y con una nube de mosquitos y moscas rodeándole la cabeza.
  • <cualquiera de los anteriores> neutro: Dícese de aquel que, entrando en una de las categorías anteriores, una veces es negro y otras blanco. También puede aplicarse a aquel que, pareciendo chico es chica y viceversa.
  • <cualquiera de los anteriores> político: Dícese del subnormal profundo que, encima de ir por la vida haciendo el fantasma y el tonto, mezcla el tocino con la velocidad, se mete en camisa de once varas y aspira a ser nombrado <mejor no lo digo>.

Bueno, y eso es todo.

Espero que se tomen la primera parte de esta entrada en serio y la segunda en broma pero con cierto tono irónico. Y recuerden: un gurú o un hacker de verdad nunca se autoproclama como tal, sino que conforme va caminando por la vida los demás lo señalan con el dedo y dicen de él: «ahí va el gurú Pepito».

3 comentarios sobre “De jaquers y otras yerbas”

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