Resulta que esta mañana me he levantado graciosito y no se si como resultado del aburrimiento, de la pila de días de descanso vacacional que llevo, o de los cubatas del Cebolla Rock, me he propuesto hacer un experimento. Me he ido al concesionario de BMW más cercano, he buscado a uno de esos aseados y sonrientes y le he dicho…
Buenos días, me gustaría comprar un 750i, blanco, que le gusta a mi mujer de eso color, aunque a mi me parece un poco taxi. Taxi, un 750i, ni aunque le ponga lucecita verde hombre, ha dicho el comercial. Ya que estamos, no lo vamos a mirar, he seguido yo… póngamelo con llantas de 20’’, como no y todos los extras, lo quiero todo, todo y todo… si si el paquete M también, como no, yo soy un joven, dinámico y profesional, no puedo ir por el mundo sin el paquete M, faltarías más.
¿No sería interesante añadir también la garantía extendida? Por su tranquilidad, ya sabe. Ha dicho el comercial. Y claro, pues yo he pensado… como no se me habrá ocurrido, póngalo, póngalo. Quizás no lo use pero que le vamos a hacer, nunca se sabe lo que puede pasar.
Y la bola de caravana, ¿no la necesitará usted?… Hombre, yo no tengo caravana, pero ya que lo comentas, y como nunca se sabe, a lo peor me da por cambiar el pueblo por un camping… venga vale, total, molestar tampoco molesta.
Y claro, seguro que un profesional, joven, dinámico, con paquete M y toda la zarandaja es una avezado ciclista, de los de mountain bike molona, de esos de los de gafas Oakley, maillot, culotte, zapatillas y pedales automáticos ¿no? Seguro que necesita el exclusivo portabicicletas de BMW para pasear, digo transportar sus bicis. Pues no, he dicho yo, eso si que no, que yo hace mucho que deje la bici y soy de pelota mano y tal y cual. Hombre, recuerde que nunca se sabe, ha dicho el comercial, y se lo dejo a precio de risa, a añadido. Así que he pensado, por si acaso, con portabicis, ¿voy a saber yo más que el comercial?.
Ya solo nos quedan dos detalles menores. Empecemos por el plazo de entrega. El comercial a empezado a farfullar no se que de disponibilidad, que si las opciones retrasan no se que y no se cual. Yo he pensado, coño, aquí el cliente soy yo ¿no? y le he dicho… a ver si yo lo entiendo todo, pero me lo tienes para dentro de dos semanas, son fiestas del pueblo y tengo que fardar. El comercial no ha dicho ni mu, es más me ha dicho, que quizás lo tenga un poco antes.
El segundo tema menor, el precio. Aquí yo he tomado la iniciativa que para algo soy el cliente ¿no?. Para esto tengo treinta mil euritos, entiendo que tengo que poner otros dos cientos, por la llantas, pero esto es lo que hay. Me han dicho que en la india hay unos concesionarios que lo hacen más barato y mejor, eso sí, por evitarme el papeleo que sino te iba a comprar al ti el BMW Rita… la cantadora.
Entonces me he despertado. Claro. ¿Por qué estas cosas solo nos pasan en el mundo del software? La historia no se sostiene, claro está, pero cambiad BMW por aplicación de software, y dar sudores fríos el pensar realismo que se añade. ¿Alguno de vosotros le suena? 😉
Hace mucho, mucho tiempo, que se describió el famoso triangulo o tetraedro de hierro de la gestión de proyectos (hay gente que cree que la calidad también es un factor sobre el que podemos gestionar, yo soy de los que piensan que la calidad no es algo con lo que se pueda especular, la calidad no es opcional, y la marca el cliente, no nosotros).
La idea es que de los tres aspectos: alcance, coste, y plazo, el cliente puede manejar dos grados de libertad. El otro, lo maneja la gestión del proyecto. Esta es en esencia una idea de equilibrio básico entre las partes de un proyecto. Es problema es que a menudo este equilibro se rompe. Incluso hay un antipatrón que describe esta situación. Diferentes metodologías dan diferentes respuestas a este problema, en un próximo post, comentaré la solución que propone Scrum. De hecho el propósito de este post, es comentar el dichoso triangulo de una manera un poco amena, como prolegómeno a dicho post.
Por cierto, ya tengo mi BMW, ha llegado seis meses tardes, no es blanco, y le faltan algunos detalles menores. Eso si, cuatro ruedas y volante tiene. Os dejo una fotito, para daros envidia. No es lo que esperaba, pero esa es otra historia…
¿Qué es lo que hace que cuando se habla de software la realidad se torne tan anómala? ¿Por qué creéis vosotros que es tan difícil mantener el equilibrio descrito en el triangulo de la gestión de proyectos en la realidad? ¿Que factores hacen que salte por los aires tan a menudo en los proyectos? Y no, no vale el argumento fácil: ¡es que los comerciales…! 😉